Ademys debe profundizar la lucha contra el ajuste de Macri y compañía en la CABA
Si hay algo que caracteriza marcadamente la situación actual en el plano
docente, es la brutal reforma educativa que intenta imponer Macri (con el
acuerdo del resto de los ejecutivos provinciales y el de la ciudad de buenos
Aires). Es así que en el mes de marzo, en medio del conflicto
docente, el gobierno nacional presentó el proyecto de ley denominado Plan Maestro. Esta iniciativa
responde a los requerimientos de los organismos internacionales (OCDE, Banco
Mundial, etc.) y se enmarca en la actual Ley Educación Nacional. Implica una
reforma educativa en todo el país con el objetivo de reducir el costo laboral, flexibilizando aún más las condiciones salariales y laborales
docentes y destruyendo el estatuto; es la reforma laboral en el gremio
educativo.
Y por otro lado,
pretenden modificar los contenidos curriculares de acuerdo a las necesidades
actuales de la burguesía. Es decir, preparar a los estudiantes (futuros
trabajadores) para que se adapten a la inestabilidad laboral, los bajos
salarios y el disciplinamiento. A decir
del ex ministro de educación, Esteban Bullrich: “debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y
disfrutarla". Semejante reforma implica retroceder 70 años en los derechos de los
docentes conquistados por medio de muchas y sacrificadas luchas que implicaron
esfuerzos enormes de decenas de miles de compañeros que pusieron el
cuerpo.
La
situación en CABA
El macrismo prolongó la degradación educativa desde que asumió el
gobierno porteño (como continuidad de las gestiones anteriores), sobre todo con
reformas tendientes al disciplinamiento de los trabajadores. A eso responde la
eliminación de la función de las juntas de clasificación y las elecciones de
los vocales, la pretensión de evaluar a los docentes y atar el salario y la
estabilidad laboral al resultado, etc. Además, durante los últimos años el ejecutivo porteño estableció pautas
salariales con porcentajes de aumentos por debajo de la inflación, con partes
en negro, deteriorando el poder adquisitivo. Este año, el gobierno de la ciudad
avanzó con los docentes de idiomas extranjeros, eliminándolos del estatuto, ya
que pasaron a depender de una gerencia operativa, por lo que dejan de tener los
mismos derechos que el resto, como por ejemplo el régimen de licencia, la
posibilidad de ascenso, etc.
Cabe destacar que en la ciudad de Buenos Aires, en todos los niveles,
inicial, primaria, media y especial, ya existen trabajadores flexibilizados quienes
son contratados por fuera del Estatuto Docente, con condiciones precarias, sin
los mismos derechos que el resto de los trabajadores de la educación. Por otro
lado, la reforma en el nivel medio - titulada Secundaria del Fututo - recorta y
modifica contenidos disciplinares, con el consecuente despido de docentes, e
impone a estudiantes de quinto año trabajar por medio de pasantías truchas, es
decir, mano de obra barata a pedido de los empresarios. Es la antesala del plan
maestro. En todo este proceso, la burocracia de la UTE, UDA y el resto de los
sindicatos, a excepción de Ademys, fueron cómplices del gobierno, actuando como
dique de contención de la lucha docente, en lugar de promoverla.
En la
legislatura porteña, el Frente para la Victoria, votó un gran porcentaje de
leyes junto al PRO, entre ellos presupuestos educativos a la baja. Es decir,
burocracia y oposición patronal garantizaron la degradación salarial, laboral y
educativa impulsada por Macri y Larreta. Por el contrario, Ademys jugó un papel importante, siendo la única
herramienta que incidió en la agenda de la lucha, impidiendo que el gobierno
avance más en sus objetivos contra los derechos docentes y la escuela pública.
Y lo hizo no sólo para plantear las reivindicaciones justas y correctas, sino convocando
a medidas de luchas concretas, como movilizaciones, cortes de calle,
ocupaciones del ministerio, siendo muchas veces el único sindicato que convocó
a paros y manifestaciones, sobre todo en las paritarias. Esa iniciativa favorable a la acción directa, permitió el desarrollo y
crecimiento del sindicato, ganándose la simpatía y la confianza de un sector
muy importante de la docencia, e instalándose como referencia de lucha en todo
el gremio.
Los
desafíos actuales
Este es un año distinto al resto: en las primeras 6 semanas hubo paro
nacional -en su mayoría de 48 hs- y masivas manifestaciones, llegando movilizarse 400.000 docentes en la marcha
educativa en Plaza de Mayo. Además, hay un cambio cualitativo en el ataque del
gobierno: una feroz campaña de estigmatización, intentando el disciplinamiento
y la censura; una reforma totalmente regresiva, con el plan maestro a nivel
nacional, la reforma en media y la eliminación de idiomas en la ciudad. Por otro lado, hay un considerable desgaste de la burocracia sindical, donde queda cada vez más en evidencia su
complicidad con el gobierno de la ciudad,
ganándose el repudio de un sector importante de docentes, al punto de
que delegados y activista celestes de la UTE han hecho pública una nota
denunciando a sus propios dirigentes.
Por otro lado, en las (solo) dos ocasiones que Ademys fue el único
sindicato que convocó a paro de todos los niveles (08/03 y 31/07), la ministra
de educación Soledad Acuña, tuvo que salir al cruce atacando al sindicato con
denuncias falsas, pretendiendo revertir la aceptación y acompañamiento de los
docentes a esa medida de fuerza. Ese ataque, evidencia lo correcto de la
convocatoria. No solo eso, la titular de la cartera educativa reconoció
públicamente que Ademys “es un
gremio que nunca ha firmado las paritarias que los demás gremios si han
aceptado”, (a confesión
de parte, relevo de pruebas). Producto de la lucha de un sector importante de docente y de Ademys, el
gobierno no pudo avanzar como hubiese querido, aunque en lo sucesivo intentará
profundizar el ajuste con más flexibilización laboral, salarial y disciplinamiento. Por otro lado, la
burocracia va a continuar con su intervención para intentar desmovilizar al
gremio por medio de todas las artimañas posibles: difundiendo que los docentes
no quieren parar, que no quieren luchar, y pretendiendo desmoralizar a los
trabajadores de la educación.
Este escenario, refleja un campo fértil para el desarrollo cuantitativo y
cualitativo de Ademys, siempre y cuando sostenga la iniciativa en acciones
concretas, promoviendo y profundizando la lucha, impulsando la coordinación con
otros sectores, desde la independencia de clase, por medio de paros, movilizaciones,
cortes de calle, etc. Única forma de canalizar la bronca y el descontento docente
en organización y fuerza para resistir el ajuste. Pero para que eso ocurra, el activismo honesto y consecuente que pretenda
aportar a la construcción de un gremio de masas y combativo, a la par de la
lucha, debe formarse colectivamente en los conceptos del clasismo y
profundizando en el análisis de la coyuntura. La pelea que viene va a ser muy
dura, por eso es necesario el fortalecimiento político, en pos de lograr la consolidación y firmeza que la situación amerita.
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